Históricamente, la emergencia del llamado fracaso escolar se asocia a lainstauración de la enseñanza elemental, laica y obligatoria, hacia finales del sigloXIX y principios del siglo XX, según los países. Sin embargo, el uso de la categoría no existe en las primeras décadas que siguen a dicho acontecimiento. Tal vez por la pregnancia que ejerce el mandato de una ley, que preconiza la mezcla de pobres y ricos en los bancos de la escuela. Pero la igualdad de oportunidades para todos no se cumple en los hechos, ya que la pertenencia a una clase social determinará el límite de los cursos escolares. Como plantea A. Cordié, (1994:19, 20), el ideal republicano que inspirala obligatoriedad escolar, en realidad no es más que la traducción jurídica de necesidades económicas. Aquellas que tienen que ver con la consolidación del industrialismo: la máquina reemplazando al hombre – hecho que se desea tanto
como se teme –, haciendo necesaria una adaptación en términos de adquisición de nuevas capacidades, es decir saber hacer algo más que el mero conocimiento
manual. La vinculación entre fracaso escolar y la trama económico político y social que atraviesa a la educación queda en evidencia desde su propio fondo histórico, poniendo en circulación un discurso – que materializado en enunciados y prácticas diversas – anudará el saber y el poder en un modelo deverdad, socialmente legitimado.
“El Discurso Pedagógico instaura competencias cognitivas (saber hacer) y competencias pragmáticas (poder hacer) que interpelan al humano mediante modelos identificatorios con sujetos singularmente aptos y poseedores de los conocimientos y condiciones necesarias – según el imaginario social – para acreditar un lugar en la complejidad de la organización laboral y el aparato productivo” (Emmanuele, 1998:63).
“la noción de fracaso escolarqueda habilitada por el propio Discurso Pedagógico como contrapartida de su fallido imperativo categórico y puede mantenerse el tiempo que sea necesario,
porque admite distinta significación, según los mandatos y prescripciones ejercidas desde hegemonías políticas, económicas, ideológicas y teóricas” (Annoni, Caballero:21).
Más allá de apariencias estéticas y de la declaración formal de intenciones, se ocultan instancias ideológicas y políticas que buscan el orden social e institucional. En tanto la especificidad de la escuela tiene que ver con la distribución de conocimientos, se le asigna un lugar de verdad y objetividad, lo que implica reconocer - sin embargo - que la propia relación de conocimiento es una relación de poder. Todos los procesos ligados al conocimiento se producen en un ámbito de lucha social y de conflictos por lo resulta necesario
no analizarlo solamente como disfunciones o desvíos. Martínez Celorrio (1992) plantea que el denominado fracaso adquiere una significación y alcance de carácter epocal. Desde la hegemónica individualización psicológica del “inadaptado” escolar, donde la escuela se mantiene al margen de la generación de desigualdades, porque la responsabilidad del fracaso recae en la familia o en la clase social de pertenencia, pasando por el reconocimiento oficial de los efectos de desigualdad social en el sistema educativo, hasta las situaciones más recientes, donde conviven estos diversos paradigmas antagónicos, los múltiples rostros del fracaso escolar no hacen más que desenmascarar la compleja y cambiante trama de significacionesque lo atraviesan, sin que ninguna de ellas agote su sentido. O, en todo caso,revelando el sentido último que parece sostenerlo. Las diferencias y las jerarquías sociales existen y se manifiestan a la hora del acceso al trabajo, la educación, la justicia, la salud. La escuela las reconoce y las legitima en los mismos términos. Diversos programas y dispositivos de pedagogía compensatoria, con el buen propósito de “atender mejor”, privilegian un modelo asistencialista que la mayoría de las veces desplaza la atención de lo pedagógico para centrarse exclusivamente en el problema social de los alumnos. Aún cuando se reconozca la diversidad de “ritmos de aprendizaje”, se pretende que todos los alumnos progresen empleando los mismos tiempos en la apropiación de los contenidos planificados para el año escolar. A pesar de que en los últimos tiempos el Discurso Pedagógico rechaza formas de selección escolar, el “buen alumno” es quien no altera el orden ni requiere atención personalizada. Subyace la idea de que el rendimiento exitoso de los alumnos es patrimonio de la escuela en general pero el fracaso es adjudicado al alumno y/o sus familiares. Indudablemente, se trata de una categoría de carácter descriptivo que siempre da cuenta de resultados adversos para el sujeto portador del fracaso; sea porcarencias familiares, fallas pedagógicas o didácticas o bien por obstáculos de la organización escolar. “Cuando la etiqueta recae sobre el propio portador, la atribución causal se centra en explicaciones de tipo biologicistas, a las que se suma la escasez de estímulos que el medio familiar y comunitario brinda. Otras veces el problema se atribuye a la cultura de origen del alumnado: habría formas culturales que poseen “deprivaciones”, una especie de pobreza cultural (...) que no proporcionaría a los sujetos las herramientas simbólicas suficientes para aprender los conocimientos que la sociedad urbana moderna exige. Cuando las causas se atribuyen al sistema escolar, se aprovecha la ocasión para centrar las críticas en la formación docente; poniéndose el acento en el escaso espíritu renovador de los maestros y profesores” (Annoni, Caballero: Op.Cit). Una categoría, con tal alto grado de saturación de sentidos pareciera estar destinada ha transformarse, en la actualidad, en una mera expresión social estereotipada. Las estrategias de tal transformación se encuentran aseguradas desde la propia educación, que en tanto polémico campo social, de fuerzas políticas, sociales y económicas en tensión, se regula desde el régimen de verdad que impone una nueva legalidad sancionada. Estamos asistiendo a una desconversión y reconversión de la escuela, resultante de la redefinición de su espacio social. Este nuevo lugar de la escuela se construye a partir de la confluencia de una situación social crecientemente conflictiva que sufre el impacto de la desocupación y que acarrea ausentismo y deserción. Por otro lado, el desarrollo de los medios de comunicación masiva, de las tecnologías informáticas y la rica variedad de recursos tecnológicos, generancircuitos de circulación de saberes e información a la escuela. Esta situación
determina que la complejidad debe afrontarse como tal, sin imponer rótulos bajo los cuales se corre el riesgo de generalizar las más diversas situaciones que obstaculizan visiblizar y diferenciar los múltiples determinantes que confluyen en la realidad actual.
TIPOS DE FRACASO ESCOLAR
· Primario: suelen estar asociados problemas de madures y dependiendo de cuales sean, pueden solucionarse espontáneamente o ser la base de un fracaso escolar permanente. ( Dificultades específicas en : Lenguaje y habla; Escritura: Discalculia, Disgrafia, Dislexia, Disortografía; Motoras; SDA ) Fuente: https://www.spapex.org/adolescencia02/pdf/ponencia1m1.pdf
· Secundarios: se produce, generalmente debido a cambios en el niño, como la adolescencia o algún hecho puntual en la vida del niño que interfiere momentáneamente.
· Circunstancial: El fracaso es pasajero y aislado, sus causas se deben averiguar, para poder dar la solución adecuada
· Habitual: retraso en el desarrollo psicomotriz, retraso del lenguaje hablado, retraso en la adquisición de la lectura y escritura [dislexias, dislalia (pronunciación defectuosa), problemas de motricidad en la grafía, disgrafía] en la letra con desorientación espacial, mala “caligrafía” muy aparatosa, bajo nivel intelectual, problemas personales, etc. Fuente: https://www.spapex.org/adolescencia02/pdf/ponencia1m1.pdf
DETECCIÓN
· Las dificultades conductuales graves o que se prolongan en el tiempo van, generalmente, asociadas con el deterioro del rendimiento del alumno. Si conducta y rendimiento se alteran, significa que algo malo está ocurriendo. El término trastornos de aprendizaje describe un trastorno neurobiológico por el que el cerebro humano funciona o se estructura de manera diferente. Cuando nos referimos a retraso escolar, nos estamos refiriendo a un desfase en el aprendizaje, que por lo general no supera los dos años en relación a otro niño de parámetros de aprendizaje se consideran normales y adecuados. Si se superan los dos años, podremos considerarlo no como retraso, sino como fracaso escolar. Hay tres partes implicadas: el niño, su familia y la escuela.
· CAUSAS :
· 1. Intelectuales
· 2. Motivacionales.
· 3. Falta de esfuerzo
· 4. Orgánicas
· 5. Emocionales.
· 6. Falta de técnicas y hábitos de estudio.
· 7. Programación Inadecuada. https://www.spapex.org/adolescencia02/pdf/ponencia1m1.pdf
DIAGNÓSTICO
· Sólo con un correcto diagnóstico será posible aplicar un tratamiento eficaz. Para conocer el perfil de cada individuo, y así planificar una intervención educacional y/o clínica. Valoración psicopedagógica con las pruebas psicotécnicas pertinentes.
TRATAMIENTO
· La mayor necesidad de un alumno rebelde, inmaduro y desafiante, es contar con la presencia de un adulto responsable para contenerlo. En la mayoría de los casos, el tratamiento será puntual o limitado en el tiempo, y en un menor número deberá prolongarse por el periodo necesario.
CONCLUSIÓN
· Cuando hablamos de fracaso hablamos de un problema social, no como un problema individual del sujeto. Cuando un niño fracasa en su aprendizaje, está fracasando también el contexto que lo rodea, por lo que es necesario analizarlo en todas sus variables. Para solucionar el problema del fracaso escolar es necesario que las políticas y estrategias resultantes del debate se compatibilicen y articulen con políticas socio-familiares, para lograr eficiencia en un accionar interinstitucional integrador de las nuevas generaciones en riesgo. Para concluir los chilenos nos debemos un sistema educativo suficiente, eficaz, pertinente, libre, abierto.
Bibliografía
Cordié, Anny (1994). Los retrasados no existen. Psicoanálisis de niños con fracaso escolar.Nueva Visión.
Emmanuele, Elsa S. (1998). Educación, Salud, Discurso Pedagógico. Colección Psicología y Educación. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.
Foucault, Michel (1970). El orden del discurso. Madrid: Tusquets.
Martínez Celorrio, Xavier (1992). Fracaso escolar: una propuesta de formulación. Cuadernos de Pedagogía N° 203.
Annoni, María Eugenia; Caballero, Zulma (2002). El fracaso escolar: eficacia de su existencia, conveniencia de su desaparición. Revista “Raíces y Alas” N°10 IML.
Lomas de Zamora.